OTRO DÍA

Es temprano, muy temprano, las farolas aún siguen encendidas. La ciudad se despereza poco a poco y sus habitantes comienzan despacito un nuevo día.

Las tiendas tienen levantadas las persianas hasta la mitad para que sus propietarios puedan pasar y preparar todo para los clientes de este día.

Los camiones de basura aligeran los contenedores, los barrenderos dejan las aceras asequibles a  los viandantes.

De repente las farolas se apagan y es como oficialmente comienza un nuevo día, automáticamente más gente aparece en las calles, el ritmo lento de antes va siendo más rápido; la panadería deja escapar su olor a pan recién horneado que te invita a ir a comprar una barra, un croisant recién hecho; los bares abren sus puertas, el mostrador lleno de tazas preparadas para dar el desayuno a todo el que quiera, y llegan las 8:30 h, madres y abuelas corren por las calles con los niños de la mano, tienen que darse prisa porque las clases están a punto de comenzar; a las 9 h. las sirenas de los colegios suenan, las madres y las abuelas van corriendo a sus quehaceres mientras el día sigue avanzando.