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313

Posted on Abr 26, 2021 by in Sin categoría | 0 comments

313

Las vacaciones de Semana Santa habían comenzado; Luis y Maga decidieron pasarlas en un pueblo con mucho encanto, con grandes y frondosos jardines junto al río, con gran carga histórica ; para ello reservaron una habitación en un hotel a las afueras que les permitiera tener unas noches tranquilas alejados del ruido de los turistas.

Nada más llegar se llevaron una sorpresa ya que el recepcionista les comunicó que les daba la habitación 313, la más grande que tenían porque llevaban muchos años siendo clientes de esa cadena hotelera.

Al entrar en la habitación, especialmente amplia, quedaron asombrados; tenía un pequeño recibidor, un vestidor, un baño más grande que el salón de su casa y un dormitorio con despacho, zona de estar que daba a una terraza con unas vistas maravillosas a la piscina del hotel y a un enorme campo de golf.

El día pasó entre paseos y visitas culturales. Tras la cena, se fueron a la habitación a descansar de su ajetreado día, enseguida se quedaron dormidos, pero a las doce en punto de la noche sonó el teléfono de la habitación; Luís descolgó, escuchó una respiración pero nadie contestó; pensaron que alguien de otra habitación se había confundido.

Al día siguiente siguieron con sus visitas previstas y nuevamente  al llegar la noche, el cansancio les hacía cenar e irse ala cama. A las doce en punto volvió a sonar el teléfono y ocurrió exactamente lo mismo que la noche anterior.

El tercer día, después de desayunar, se dirigieron a recepción a comentar lo que les había pasado las noches anteriores; el recepcionista, muy nervioso, les dijo que sería algún crío llamando a otra habitación.

Esa noche nuevamente pasó lo mismo, pero esta vez cuando Luís insistió en preguntar qué querían, una voz muy débil contestó: «Ayúdame» La pareja se quedó sorprendida y algo asustada; llamaron a recepción y comentaron lo ocurrido, de inmediato se presentaron el recepcionista y otra empleada en la habitación, se ofrecieron a ayudarles a cambiar de habitación o a desconectar el teléfono, optaron por lo segundo aunque parecía que los empleados preferían que se trasladasen a otra habitación.

La siguiente noche no podía sonar el teléfono al estar desconectado, pero a las doce algo golpeó la puerta de la terraza desde fuera como llamando, miraron y no había nada.

Sus días en ese hotel terminaban pero cuando fueron a hacer el check-out contaron lo ocurrido y pidieron que les explicaran qué sucedía en esa habitación.

Los llevaron a una oficina y allí les comentaron que hacía tres años un matrimonio y su hijo de cinco años estaban alojados en la 313, después de cenar el niño se quedó dormido, los padres lo acostaron y bajaron a una fiesta que había junto a la piscina; al parecer el niño se despertó en mitad de la noche, oyó ruido en la piscina, salió a la terraza, se subió a una silla para ver lo que pasaba y se quedó colgando de la barandilla hasta que no pudo más, cayendo desde el tercer piso; desde entonces muchos clientes habían tenido la misma experiencia que Luís y Maga.

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