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SOLEDAD

Posted on Abr 20, 2018 by in Sin categoría | 0 comments

Pulga_2

A la americana Elisabeth Thomson, una mujer de cuarenta años, sin familia, soltera,  y algo rara según sus vecinos, le había tocado la lotería; era la ganadora de cincuenta millones de dólares; esto hizo que su vida cambiara radicalmente; abandonó su trabajo como bibliotecaria y decidió conocer mundo ya que nunca había salido de su localidad.

Quiso dar la vuelta al mundo, visitar todos los continentes, primero Asia, luego Australia, Europa… En su recorrido por España, quedó fascinada por un pueblecito costero catalán, sus pescadores, su gastronomía, sus playas, todo le parecía especial. Una tarde, dando un paseo por el puerto, se fijó en un edificio blanco y azul, con estética de balneario de los años veinte, grandes ventanales en semicírculo, un pequeño jardín con piscina cubierta; era un antiguo hotel a la venta; no se lo pensó dos veces, se acabó el viajar de momento, iba a ser su propietaria, ésa sería su nueva vida.

Rehabilitó el edificio guardando su estilo inicial; las dos primeras plantas serían habitaciones para huéspedes, la planta baja recepción y zonas comunes. En la tercera planta, el ático, estaría su vivienda con una increíble terraza con vistas al mar.

El negocio le fue de maravilla. Llevaba en él veinte años sin problemas, con la única compañía de su gata Pulga.

Esta mañana empezaba de forma diferente; una mujer joven llegó preguntando por su tía; Maribel, que así se llama la joven, le contó a la recepcionista  que su tía Celia, una señora de sesenta años, soltera, no había vuelto a su casa tras pasar un fin de semana en el hotel. La recepcionista dijo que sí, que había pasado allí el fin de semana anterior; se acordaba perfectamente de ella, por lo agradable, educada y culta que era. La joven preguntó si ella misma le había confirmado el check out. Contestó que no, que lo hizo la señora Thomson, la directora del hotel. Maribel quiso hablar con ella, pero en ese momento estaba en la ciudad; decidió quedarse en el hotel, había cogido quince días de vacaciones para intentar encontrar a su tía; una vez instalada se dirigió a la comisaría de policía a poner la denuncia, pero tuvo la impresión de que no le hicieron mucho caso.

Por la tarde, mientras estaba en la piscina relajándose, recibió la visita del inspector de policía Colomer, éste le comentó la similitud que había con un caso acontecido hace veinte años , donde una pareja de unos cuarenta años, desaparecieron tras haber pasado una semana en ese hotel y de la cual nunca más se supo.

El inspector y Maribel fueron al ático para hablar con la señora Thomson, ésta muy amablemente les dijo que no era buen momento, que los atendería en media hora en el salón de la planta baja; ya se iban a ir cuando oyeron un grito en el interior de la vivienda. Colomer quiso entrar pero la directora dijo que era su gata cazando moscas, de nuevo otro grito, el inspector apartó a la mujer de la puerta y entró.

Lo que allí vio fue impactante, en el salón sentados en el sofá, con los pies encadenados en unas argollas en el suelo, había un hombre y una mujer de unos sesenta años en un estado casi catatónico. En un dormitorio, la tía de Maribel maniatada y completamente drogada. En un ventanal la gata observaba la calle.

Elisabeth Thomson, a pesar de todo el dinero y del éxito de su negocio, lo que no pudo comprar fue la compañía que le evitase la soledad, se sentía tan sola como cuando era bibliotecaria; por lo que decidió hacerse con compañía de cualquier modo. Hace veinte años, drogó en su última noche en el hotel a una pareja de su misma edad, a los que mantuvo con ella durante veinte años, secuestrados en el ático. Tras tantos años drogados, estaban enfermos y Elisabeth, decidió deshacerse de ellos, pero antes buscarse una nueva compañera, la tía de Maribel.

Tanto el matrimonio, como Celia fueron hospitalizados y pudieron recuperarse.

La soledad siempre atormentó a Thomson, y ahora pasaría el resto de su vida, sola en una celda.

 

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