EL APAGÓN, SU LADO POSITIVO

Todo en esta vida, por difícil que sea de creer, tiene su lado positivo y su lado negativo.
Hace muy pocos días sufrimos «el apagón»; de repente España entera se quedó sin servicio eléctrico, sin semáforos, sin conexiones, etc. Los hospitales y sitios preparados con generadores de emergencia intentaron seguir funcionando con «normalidad». La gente, todos, estábamos asustados porque no sabíamos qué lo podía haber provocado y qué iba a suceder; el ambiente era de desconcierto total. La mayoría corrió a comprar pilas, velas, cerillas, agua y por supuesto papel higiénico.
A medida que pasaban las horas y empezaba a llegar la noche, se asumía que el problema era grande. Obviamente, trajo todas las consecuencias posibles: personas mayores en pisos donde el ascensor no funcionaba, por lo que no podían salir de sus casas; complicaciones serias para volver de los trabajos a casa ya que no funcionaban ni trenes, ni metro, y los atascos eran monumentales, etc, etc.
Ante tanto desastre ¿hay algo positivo? La verdad es que sí; hacía mucho tiempo que no se veía por la tarde tantos niños jugando en los parques, los balones volvían a correr por las aceras, los padres compartían más horas con sus hijos, gente paseando tranquilamente sus mascotas sin prisa…
El apagón nos ha demostrado la dependencia absoluta que tenemos de la tecnología, lo equivocados que estamos al dedicar nuestro tiempo a ver las tonterías que otros hacen para ganarse un like, o mirando los consejos que dan de todo, gente mayormente inexperta.
Fue gratificante que niños y adultos fuéramos capaces de volver a relacionarnos sin móviles, ni tablets, ni ordenadores. No hay nada mejor que las relaciones personales.
Volvió la luz y sinceramente creo que no aprendimos nada; todo volvió a la rutina anterior. Me quedo con esas horas sin luz, con la gente en la calle disfrutando todos de todos.